Razones Para Ver Fargo: Year 3

Publicado por Carlos Ochoa en

Si quisiéramos incurrir en comparaciones burdas pero elocuentes, podríamos homologar cada temporada de Fargo a una película de El Padrino. La primera temporada, por supuesto, es la película original. La segunda temporada toma las reglas ya instaladas y las hiperboliza, retuerce y reconstruye aún mejor, resultando en la que es –discutiblemente- la mejor entrega del lote. Finalmente, después de un prolongado y doloroso hiato, se nos presenta la tercera temporada.

Las expectativas son altísimas: dos entregas previas sirven para cementar la confianza en un equipo creativo que conoce su juego de pies a cabeza. Y aun así, después de los créditos finales, nuestro silencio es locuaz. Sí, nos admitimos – hay en ella cumbres magníficas, gloriosas; pero la sumatoria total nos obliga a admitirnos que esto no es lo que esperábamos. Y aún así, tal como El Padrino III sigue siendo parte de aquel prodigioso universo, Fargo: Year Three sigue siendo Fargo.

La historia de la complicada rivalidad entre los hermanos Emmit y Ray Stussy (ambos interpretados por un sobrio Ewan McGregor) y cómo ésta intersecta con la lacónica presencia de la jefa de policía Gloria Burgle (la sublime Carrie Coon) y la extensa sombra de VM Varga (David Thewlis), se extiende a través de un accidentado decálogo que, a primera vista, pareciera no contar con la misma energía que las entregas previas. A pesar de sus innegables puntos álgidos (los capítulos 3 y 8 están entre las mejores creaciones televisivas de los últimos años), la temporada permanece siempre a ras de suelo, incapaz de despegar con el ímpetu de sus predecesoras.

Y es que esta historia en particular condice su ritmo con una premisa dramática (en apariencia) más ambigua y nihilista que las anteriores; no por nada hay un capítulo completo (The Law of Non-Contradiction) dedicado a desarrollar el tema de la futilidad, de la ausencia de propósito, y con ello, un velo de pesimismo permea todo el arco narrativo, visibilizado en su mayor expresión en el viaje de Burgle. ¿Opera esto en detrimento del arco? Si quisiéramos compararlo con las entradas previas, pues sí. Si queremos incurrir en el ejercicio de apreciar esta temporada por lo que ofrece en sí misma, la percepción podría inclinarse hacia latitudes más favorables.

Fargo: Year three

Pero basta de fruslerías y picoteos. En esta oportunidad (como en las anteriores), el equipo de Noah Hawley moldea la temporada en base a un grupo específico de referencias a la filmografía de los Coen: A Serious Man (2009), Raising Arizona (1987), Inside Llewyn Davis (2013), e incluso The Big Lebowski (1998). A Serious Man emerge como una de las más prominentes, allí donde le facilita a esta temporada su fascinación con las desviaciones narrativas de cohesión cuestionable (el extraño prólogo que abre la temporada es directa referencia a ello) y la cláusula moral de “cosas malas pasan todo el tiempo, sin explicación aparente, y a veces, sin solución visible”.

Fargo (y los Coen en general) siempre han tenido una visión bastante cínica y fatalista del mundo, que sin embargo contrarrestan con sucintos estacatos de esperanza. En esta oportunidad, el peso de la hostilidad general recae sobre los hombros de Gloria Burgle, un alma benevolente aquejada por la idea de su propia inexistencia. El universo no responde a ella, por más que le extienda sus manos con la intención transparente de prestar ayuda. Es justo antes de presentar su renuncia (literal y simbólica), que un otro le muestra un pequeño haz de consuelo: si bien nos encontramos obnubilados por un mundo cuya maldad escapa a nuestro entendimiento, y muchas veces nos retiraremos de nuestras empresas con las manos vacías y huecos insoslayables en nuestros corazones, lo único (y mejor) que nos queda es el calor de la compañía humana.

El problema, reza VM Varga en uno de los últimos capítulos, no es que exista el mal en el mundo. El problema es que existe el bien. Y es durante la última escena de la temporada, aquella que se permite terminar abierta y ambiguamente, donde el enfrentamiento entre aquellos polos morales opuestos enuncia una retórica: Gloria Burgle sostiene que, al final, será el bien el que triunfe. VM Varga, por su lado, permanece estoico. Antes de arribar a una resolución definitiva, la pantalla se ennegrece y abandonamos la historia por completo.

Fargo year 3: Carrie Coon

En este gesto tan sencillo subyace una potente invitación: somos nosotros, espectadores no sólo de esta historia sino de las miles que plagan nuestra realidad de este lado de la pantalla, espectadores de las atrocidades más inexplicables y las bondades más vehementes, quienes tenemos el poder de decidir cuál queremos que triunfe. Es con esta invitación que Fargo despide una temporada con conspicuos altibajos, pero una apelación final que es más contingente que nunca.

El futuro de Fargo es incierto, aún no se confirma la realización de una cuarta temporada. 


Carlos Ochoa

Realizador de Cine & TV y sucedáneo de crítico. Mi premio Oscar sigue retenido en aduana.