Literatura: Las últimas tres jornadas de Fernando Pessoa en el mundo de los vivos

Publicado por Colaboradores AdC en

La pregunta por la muerte increpó a Tabucchi cuando se encontró con un “un baúl lleno de gente”. El fallecido Fernando Pessoa había dejado alrededor de 2.500 páginas escritas, para ser editadas y traducidas. La muerte del escritor portugués intrigó al italiano de tal manera que dedicó casi toda su vida a investigarlo, al punto que se convirtió en el mayor especialista pessoano. Todo esto lo llevó a fabular el último aliento de quien inspiró muchas de sus investigaciones. Se trata de “Los últimos tres días de Fernando Pessoa” Alianza. Madrid (1996).

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Este pequeño anecdotario dividido en tres días relata el camino y la estancia en el hospital São Luis dos Franceses de Lisboadel de Pessoa, antes de morir de una crisis hepática. Allí lo visitan todos sus heterónimos: autores inventados por él mismo, que escribieron paradivesas las vanguardias, y con los cuales Pessoa configuró su vasta e indescifrable obra literaria.

Alvaro de Campos, Ricardo Reis, Bernardo Soares, Coelho Pacheco, Alberto Caeiro y Antonio Mora, pasaron por la habitación donde estaba reposando el escritor luso. Le confesaron de todo, incluso el secreto de una receta que jamás comió. Así, con este desfile de amigos imaginarios, la habitaciín de hospital se convierte en un semillero de ensoñaciones y alusiones a datos de la vida del autor, que solo quien lo estudió durante toda su vida, como Tabucchi, podría saber.

«Proserpina me quiere en su reino, es hora de partir, es hora de dejar este teatro de imágenes que llamamos nuestra vida, si supiera las cosas que he visto con los anteojos del alma, he visto los contrafuertes de Orión, allí arriba en el espacio infinito, he caminado, con estos pies terrestres por la Cruz del Sur, he atravesado noches infinitas como un cometa luciente, los espacios interestelares de la imaginación, la voluptuosidad y el miedo, y he sido hombre, mujer, anciano, niña, he sido las multitudes de las grandes avenidas de las capitales de Occidente, he sido el plácido Buda de Oriente de quien envidiamos la calma y la sabiduría, he sido yo mismo y los otros, todos los otros que podía ser, he conocido honores y deshonores, entusiasmos y desalientos, he cruzado ríos e inaccesibles montañas, he mirado plácidos rebaños y he recibido en la cabeza el sol y la lluvia, he sido una hembra en celo, he sido el gato que juega en la calle, he sido el sol y la luna, y todo porque la vida no basta. «

Así define Antonio Tabucchi el ejercicio Pessoano de crear. Con la figura del inframundo caracterizado por Proserpina (el equivalente romano de Perséfone) una deidad de vida, muerte y resurección. El filológo sabía que, más allá de su libro, encontrar un baúl lleno de gente no solamente traería de nuevo a la vida a Fernando Pessoa, sino a muertos que nunca existieron, pero que en la literatura, y en este libro, siempre volverán a existir.

Estatua de Fernando Pessoa, en el café A Brasileira, en el Chiado, Lisboa.

Estatua de Fernando Pessoa, en el café A Brasileira, en el Chiado, Lisboa.

La materialidad de este libro: ¿Por qué es tan pequeño?

El libro, corto en páginas, es una reunión de intertextos, lo que hace enorme su extensión en referencias. Podría ser catalogado, solo por sus 63 páginas, como un libro de bolsillo. Interesará a todo aquel que quiera acercarse a la obra de uno de los más grandes escritores del siglo XX. Completamente recomendable para leer en la micro, o en un viaje corto.

Aún no me explico la concisión de Tabucchi. El autor, que fue conocido también por libros como Sostiene Pereira y El tiempo envejece deprisa, fue un enamorado de Portugal y el más grande conocedor de Fernando Pessoa y de los heterónimos pessoanos en cantidad y calidad. Teniendo tanto contenido… ¿Será el formato, ese que admite cualquier tipo de género o materia en el contenido de los libros, también un mensaje?

Tal vez se trata de una invitación a la sociedad de masas y, en específico a quienes recién se acercan a la lectura a conocer a un grande y a sus grandes compañeros. Puede que, muy consciente de su época,intentó movilizarun contenido de las élites a un precio asequible y en un formato más manejable.


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