Bohemian Rhapsody: Una Adaptación Poco Arriesgada
A una semana de su estreno en nuestros cines, las virtudes de Bohemian Rhapsody son evidentes. Desde la cautivadora presencia de Rami Malek, hasta la cuidada selección de clásicos de Queen dispuestos estratégicamente para el avivamiento de nuestro ánimo y que convierten a la película en una de esas biopic para ver con los ojos cerrados.
Esta es su principal mérito y también su principal defecto. Porque a pesar de su eficacia a la hora de apelar a la potencia emocional de la música de la banda británica, Bohemian Rhapsody está lejos de ser el Freddie Mercury de las películas. Su impacto recae en la mítica figura de la voz de Queen, y la ya mencionada aplaudible interpretación de Malek, pero en términos formales está lejos de poseer la riqueza cinematográfica suficiente para equipararla con el lugar que ocupa Mercury en la historia de la música popular.
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Por otro lado, como digna hija de su tiempo la película se permite explorar la conflictiva vida sexual de su protagonista y la subsecuente enfermedad que le provocó una muerte temprana. Sin embargo, el tono general de Rapsodia Bohemia puja hacia el final final recurriendo al drama sólo en momentos clave. Dejándonos con una sensación más bien gratificante a pesar de la trágica historia de Mercury.
Finalmente, se trata de una película más bien conservadora que aboga por el valor irrenunciable de la familia (por muy «distinta» que esta pueda ser) por sobre las distracciones vacías de la fama. Una película que al contrario de la estrella cuya vida representa, toma cero riesgos narrativos. Una película en la que el héroe se redime al final, resuelve todos sus conflictos y alcanza la plenitud, cuestión que la emparenta más con las idílicas resoluciones de los cuentos de hadas que con la frustrante futilidad de la vida real. Pero hey, están todos nuestros temas favoritos para tararear.