La Casi Perfecta 3° Temporada de Daredevil
La tercera temporada de Daredevil -ya disponible en Netflix– es, como anticipábamos, un efectivo regreso a los elementos primordiales que le valieron al diablo de Hell´s Kitchen elogios durante su estreno en 2015. Con un relato que abandona los elementos sobrenaturales obligatoriamente introducidos dada la naturaleza de sus compañeros de armas durante The Defenders, para centrarse en la sobrecogedora angustia de sentirse impotente frente a la injusticia.
Impotencia que opera como eje de la cruzada de Matt Murdock, quien regresa de una especulada muerte sólo para descubrir que los sacrificios hechos pierden valor frente a una eventual liberación de Fisk. Y si la crisis de Daredevil se centra en la decepción de sentir que las dos grandes figuras paternales en las que se cobija le han fallado: Dios y La Ley, El Kingpin recorre el mismo camino pero en dirección opuesta. Pasa de padecer la injusticia que significa haber sido alejado de su amada y encerrado en una jaula, a recuperar paso a paso su emancipación acomodando el mundo a su perversa visión de lo justo.
Fisk, que basa su autoridad en el crimen que cometió contra su propio padre, es lo suficientemente hábil para explotar el vacío paternal de Murdock y enfrentarlo Poindexter, un villano que halló coraje para abrazar su lado oscuridad bajo el ala protectora del Kingpin. Y por último, para cerrar el cuadro de opuestos está el agente Nadeem quien cruza de un bando a otro bajo la justificada necesidad de ser una figura respetable y un ejemplo a seguir para su hijo.
Una mixtura de conflictos que aunque subyacentes sirven como una reflexión necesaria sobre los conflictos de la masculinidad. Interrogante particularmente pertinente en un tipo de ficción que históricamente ha ejercido tanta influencia sobre el género. Lo que, acompañado de una ejecución impecable que trata la relación de Matt Murdock con la violencia brutal y errática, conforman el gran valor de esta tercera temporada.
Y es en este sentido que no nuevo de Daredevil representa un regreso al origen. Porque el gran giro que esta colaboración de Marvel y Netflix introdujo en el espacio de las series de superhéroes es que su foco está en interrogantes molares que nos aquejan a todos cotidianamente antes que un constante interrogatorio sobre la valentía y un despliegue de actos temerarios. Por eso el punto más elevado de la temporada está en la secuencia de la cárcel, que sirve como un recordatorio del plano de lucha del pasillo que tan aplaudido resultó en su primera entrega, pero que más que un fanservice representa con exactitud el agotamiento de un protagonista que ya no sabe por qué lucha.
Aunque no es una temporada perfecta, sí representa lo mejor que hemos visto en el último tiempo entre las series de su tipo. Y eleva las expectativas de en qué podría llegar a convertirse.