Estreno: El Conjuro 2

Publicado por Cristóbal Sepúlveda-Plaza en

La saga que sigue a la familia Warren en su lucha contra los demonios y la maldad en el mundo continúa con El Conjuro: Los Warren van a Inglaterra. La experiencia estética y por tanto cinematográfica tiene que ver con su poder de catarsis, esa purificación corporal, mental y espiritual que sentimos al ver proyectadas nuestras pasiones (sufrimientos, miedos, emociones) en una obra. El terror es el género cinematografío que tiene mayor potencial catártico pues trabaja directamente con las emociones más básicas y contrarias: la compasión y el miedo. Pero para que esta catarsis exista primero debemos experimentar y sentir el terror y la compasión hacia los personajes que se nos presentan, algo que desde mucho tiempo atrás el cine de terror dejó de hacer.

El demonio en forma blasfema

El demonio en forma blasfema

Con El Conjuro: 2, no estamos frente a una película estamos frente a una intertextuliadad que intenta remitirnos a pasiones y emociones que no están presente en la pantalla. Esto se debe a la falta de originalidad del director James Wan quien  toma elementos de The Shining de Kubrick, y de El Exorcista para crear una atmósfera cuyo significado descansa solo en la referencia, no en su poder visual -mejor dicho audiovisual- y en la capacidad de espectador para entender dicha referencia. Para ocultar esto y sacar un par de saltos al espectador menos iniciado, Wan se nutre de los elementos más básicos y reiterativos en los últimos 10 años del cine de terror, esos que se presentan ad nauseam en cintas como El Bosque Siniestro,   o en la versión serializada de Scream: primeros planos, silencios, saltos brutos (en audio y vídeo) acompañado de actuaciones planas que no son capaces de entregar una emoción o personalidad a los personajes, sino que son peones que actúan en tanto la trama lo demanda.

 

Una niña poseída, como esa película

Una niña poseída, como esa película

Es curioso que las películas basadas en hecho reales nunca logren entregar al espectador un experiencia completa, y que solo basen su éxito en la predisposición de los espectadores a no cuestionar los sucesos pues están basadas en la realidad y como tales han de presentarse de cierta manera, sin importar su coherencia narrativa, estructura o coherencia de personajes. Esto sucede porque a fin de cuentas, El Conjuro 2, no viene a innovar, no viene a asustar, no viene a otorgarnos catarsis,  solo viene a continuar una franquicia, a preparar el terreno para el crossover entre los Warren y la familia Lutz en Amytivile. Es a fin de cuentas: otra maquina de llenar butacas para un hollywood sin ideas.


Cristóbal Sepúlveda-Plaza

Cristóbal Sepúlveda-Plaza A veces escribo de cine y series. Me encuentra en Instagram como @usuarionumero42