Películas de Mierda: Batman & Robin (1997)

Publicado por Carlos Ochoa en

Tesis enteras han sido escritas. Innumerables investigaciones se han realizado. Disculpas públicas se han ofrecido. Humillaciones, carreras completas manchadas, todo el paquete de vejámenes y vergüenzas, y aún así, esta tercera secuela en la primera saga de nuestro superhéroe favorito (yo sé que sí) es tan misteriosa en la cualidad atrayente de su rotundo “fracaso” como lo son los últimos 20 minutos de 2001: Odisea del Espacio.

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En cierto modo es casi como si Joel Schumacher nos entregara su propia versión del Monolito, con prominentes batipezones en su frente, para que escudriñemos por décadas venideras el peso de lo que ven nuestros ojos cuando nos sentamos frente a Batman & Robin. Puede habernos abierto la puerta a una nueva dimensión de la evolución humana que no será evidente hasta dentro de millones de años. Así de jevi es la experiencia.

Soy un enorme fan de esta película, debo admitirlo. La vi en el cine a los 8 años y tuvo un impacto imborrable en mi psiquis, lo suficiente como para arrendarla incontables veces en VHS y para tener en mi poder, actualmente, una copia original del bluray en todo su esplendor homoerótico. Primero, cementó mi incipiente gaycicidad – ¿cómo no soñar con Chris O’Donnell después de verlo en ese traje de spandex y su actitud belicosa? ¿Cómo no querer ser Uma Thurman en esa gloriosa escena en que emula a Uma Thurmanla tremenda Marlene Dietrich en Blonde Venus (1932), donde se deshace de su disfraz de gorila frente a la mirada atónica de toda una congregación de millonarios hipersexualizados por el poder de su polvo de feromonas? Segundo, me enseñó que la mejor forma de callar a alguien es congelándolo. ¿Cómo no querer convertir a todos los que nos han ofendido en cubos de hielo (ex pololos, profesores de universidad), y coronar la situación con un chiste en un acento tan tosco como el físico del gobernador Schwarzennegger? Hay tantas cosas tremendas en esta película que uno no puede sino quedar helado ante ella.

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Batman & Robin merece una base de culto tal y como Troll 2, tal y como Mean Girls, y nunca me cansaré de invertir mis esperanzas en que algún día se cristalice su estatus como obra maestra de la experiencia estética universal. ¿Quiere entretener a su guagua? No lo exponga a Baby TV. Póngale esta joya. Hay suficientes luces y colores para volver epiléptico a un ciego. ¿Le preocupa que su retoño muestre indicios de comportamiento homosexual? Facilítele la transición mostrándole al guachón mijito rico de Robin ajustándose el traje en las pompas. Jamás volverá a dudar. ¿Le preocupa saber cómo una película puede ser tan buena basada en decisiones tradicionalmente vistas como tan desastrosas, siendo epónimas del dicho so bad it’s good? Hágase un favor y firme esta petición para que el American Film Institute reconsidere su postura e incluya este tour de force dentro de las cintas más magnánimas producidas por su industria.

“Dear AFI,

I hereby declare my profound interest in joining the cause for the preservation and dignification of the film Batman & Robin, which I strongly consider one of the truest masterpieces of American cinema.

Yours truly,

Iván Ochoa Quezada.”


Carlos Ochoa

Realizador de Cine & TV y sucedáneo de crítico. Mi premio Oscar sigue retenido en aduana.