Carta Abierta a David Fincher

Publicado por Carlos Ochoa en

David:

Eres un hijo de puta enfermo. Eres un violador de mentes frágiles como la mía, un violador sádico en el que convergen la mirada atractiva de un hombre maduro e inteligente y la mente retorcida de un Marqués de Sade del siglo XXI. Eres el protagonista de una oscura fantasía de violación musicalizada por Trent Reznor que ya no tengo miedo de volver pública. Eres mi cineasta viviente favorito y la razón por la que me siento actualmente en un dilema de emociones contradictorias; entre necesitar que me rescaten de la piscina de sangre negra en la que me has sumergido, y el amar cada segundo que mis pulmones se llenan de la muerte violenta, exquisita y orgásmica que grita tu nombre.

Sueño que me atas a mi cama y me infringes las mismas penas que las víctimas de Se7en. Incluso la de LUJURIA. Sueño con ver reflejada mi sonrisa en un espejo mientras me golpeas con la misma rabia sensual de Tyler Durden. I am Jack’s little chest of sick pleasures. Quiero estar encerrado contigo en una habitación del pánico junto a Jodie Foster, mientras jugamos a asesinarnos hasta matarnos de verdad hasta revelar que en verdad eres el Zodíaco. Quiero ser Cate Blanchett para que me atropelles y subas una foto del acto a Facebook. Me perforaría y tatuaría por ti y me iría a Suecia para ser violado por un burócrata obeso mientras nos grabas silenciosamente desde una esquina. Quiero escuchar el sonido de tu satisfacción después de grabar 50 tomas de mi tortura en la última cámara que la gente de RED puso a tus pies. Y no diré nada sobre Alien 3 porque sé cuánto la detestas. 

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Aunque te ves tan guapo en esta foto.

Haría todo eso porque le sacaste una actuación más que decente a Ben Affleck, cosa que ni él ha logrado hacer consigo mismo. Haría todo eso porque has seguido los pasos de tu Jesucristo personal Ridley Scott y nos has entregado personajes femeninos extraordinarios: Marla Singer (Fight Club), Lisbeth Salander (The Girl with the Dragon Tattoo), Claire Underwood (House of Cards), Amy Dunne (Gone Girl) – la lista continuará mientras sigas vivo. Haría todo eso porque con Gone Girl me tuviste por dos horas y media al filo de mi asiento, con una historia que es, básicamente, tu versión retorcida y graciosa de Who’s Afraid of Virginia Woolf?, y hasta hoy, diez días después de haberla visto, no me la puedo sacar de la cabeza. Y aunque Gone Girl haya terminado de cementar mi determinación de mantenerme cómodo en la soltería para evitar caer en los enredos del asesinato conyugal, también me convenció de que eres un genio, que te rodeas de gente a la que obligas a trabajar hasta convertirse en genios, y de que soy un gusano insignificante y pobremente aspiracional que debe ser aplastado con tu genialidad. Aplástame, David. Aplástame ahora.

Aplástame con tu obsesión por los detalles, que ha sido objeto tanto de elogios como de burlas (¿qué se cree Jake Gyllenhaal diciendo que estás loco?); aplástame con la vastedad de tus conocimientos, que cultivaste desde que eras sólo un chiquillo curioso y ávido por aprender a hacer el trabajo de todos mejor que ellos mismos – como le enseñaste a Ben Affleck, que quiso pasarse de listo contigo y le diste su merecida lección. Aplástame con la facilidad que tienes para ser una amenaza tan sexy, tan grosero (estudios demuestran que al menos el 20% de las groserías del mundo son atribuibles a tus dichos); por producir en mí la fascinación por un cine que no puede estar más lejos de mis lugares habituales de señora tejedora furiosa; gracias por potenciar la poca testosterona que queda en mi sistema, por la idea del cover de Immigrant Song de Karen O para Dragon Tattoo, por luchar para que Se7en tuviera el final que tiene y no el happy ending hollywoodense; por enseñarnos que THE FIRST RULE OF FIGHT CLUB IS: YOU DO NOT TALK ABOUT FIGHT CLUB; por mostrarnos que Brad Pitt de hecho puede actuar; por darme la ñoña felicidad de ver que al fin tu talento fue reconocido no sólo por la crítica sino por el público, que convirtió Gone Girl en el éxito comercial más grande de tu carrera. Por todo eso y más, te doy las gracias, y te pido, humilde y encarecidamente, que viertas en mí tus perversiones más oscuras. Ahora.

Sinceramente tuyo,
Iván.


Carlos Ochoa

Realizador de Cine & TV y sucedáneo de crítico. Mi premio Oscar sigue retenido en aduana.