Los Buenos Muchachos: Goodfellas + Casino + The Wolf of Wall Street

Publicado por Carlos Ochoa en

Dentro de mi círculo de amigos, que por supuesto incluye a los autores y editores de esta plataforma, me he hecho fama de ser una nena llorona muy parcial a los melodramas tipo Blue is the Warmest Color y El Paciente Inglés. No negaré que el norte de mi brújula fílmica está irrevocablemente calibrado hacia los dramas hiperrealistas, y que la gran mayoría de las veces voy a preferir ver la historia de un divorcio a la de un mercenario seco con la calibre .38, pero negarle espacio a otras historias es privarse de experimentar otras emociones. Así, en un arranque de curiosidad reciente, me propuse revisar algunas de las cintas que me faltaban de ese maestro indiscutido que es Martin Scorsese.

Martin Scorsese Cannes 2010  - Georges Biard

Martin Scorsese Cannes 2010 – Georges Biard

El pequeño geniecillo italoamericano no es particularmente conocido por su proximidad hacia la sutileza de las cintas que nombré anteriormente – podría argumentarse que de hecho es todo lo contrario, con la violencia (y subsecuente controversia) que caracteriza muchos de sus esfuerzos, pero eso jamás le ha prevenido de fabricar historias y personajes fascinantes insertos en narraciones de despliegue técnico sumamente envidiable. Y si bien, como todos los grandes, ha caído en más de una ocasión en territorio menos-que-bueno (aún no entiendo cómo hay gente que encontró buena Shutter Island, pero bueno, es un país libre), a estas alturas de su carrera se nota que su punto de máxima fortaleza está en las historias de hombres cuya ambición desmedida termina por traicionarlos a ellos mismos y sus círculos, contadas en diferentes tonalidades, pero siempre con esa matriz como esqueleto. Y en ese ámbito es que Goodfellas (1990), Casino (1995) y The Wolf of Wall Street (2013) forman la trilogía más formidable de su filmografía.

 

Goodfelllas

Goodfelllas

Scorsese es tan parcial hacia los hombres autodestructivos como yo lo soy hacia las lesbianas francesas y los cartógrafos carbonizados, ¿y saben qué? Está más que bien. Porque ése es el territorio en el que se defiende con sus mejores armas, siempre elaborando nuevos planes que, al igual que sus personajes, nos toman por sorpresa cuando queremos adelantarnos y hacernos los listos, y nos aplastan la cabeza con secuencias tan memorables como el inicio de Casino o el accidente en el yate de Wolf of Wall Street.

Casino

Casino

Goodfellas y Casino forman de por sí un binomio por un número de razones. Primero, reúnen a Scorsese con Nicholas Pileggi, el novelista que co-escribió los guiones de ambas junto al propio Scorsese, y con sus colaboradores usuales Robert De Niro y Joe Pesci en el elenco, y la sequísima Thelma Schoonmaker en la mesa de montaje. Pero más allá de eso, ambas son historias de personajes que estiman que la vida del hombre “común” es demasiado vulgar para ellos y trabajan para escalar a la cima del éxito, utilizando métodos que distan mucho de lo correcto, y por supuesto, de lo legal. En ambas el dinero está siempre manchado de mentiras y sangre, así como también lo están sus relaciones personales. Resulta gracioso ubicarlas juntas, especialmente cuando se toma en cuenta que Joe Pesci se repite el papel del mafioso que compensa su falta de estatura con violencia y un vocabulario que enrojeció a su propia madre. Aunque ha sido criticado por la falta de personajes femeninos protagónicos en sus películas, las mujeres de Scorsese nunca son accesorias ni damiselas en peligro. Lorraine Bracco en Goodfellas, y especialmente Sharon Stone en Casino, son personajes que no se quedan atrás en mostrar los mismos grados de avaricia y autodestrucción que sus contrapartes masculinas, porque, al igual que ellos, tienen absoluta consciencia del territorio minado en el que están entrando, y aun así deciden lanzarse al vacío creyendo que se mantendrán en vuelo. En ambas cintas, el compromiso y la confianza son las fuerzas motoras que conducen y alimentan el éxito, y que, cuando se revelan rotas, desvían hacia el fracaso.


Casino es la más visualmente dinámica e inventiva de las dos, cortesía en parte del fotógrafo Robert Richardson, que le inyecta a la película toda la infecciosa gama cromática necesaria para retratar la opulencia de Las Vegas y el estilo de vida que tanto defienden sus protagonistas. También son más visibles los juegos formales que volverían a aparecer, en gloria y majestad, casi veinte años después cuando Scorsese estuviera jubilado de su etapa De Niro, e hiciera el recambio por Leonardo DiCaprio.

 

Leonardo DiCaprio, Jordan Belfort, THE WOLF OF WALL STREET

Leonardo DiCaprio, Jordan Belfort, THE WOLF OF WALL STREET

Wolf of Wall Street es bastante similar en retratar la ambición desmedida y el exceso, aunque la violencia y la sangre son reemplazadas por el que quizá sea el tono más lúdico de la carrera del cineasta. Su humor oscuro fue ridículamente confundido con ambigüedad moral por quienes no captaron el tono sarcástico que Scorsese le transfirió a la película a partir de la perspectiva del propio protagonista, Jordan Belfort, que, encarnado por DiCaprio, nos entregó a uno de los criminales más queribles y empáticos de los últimos años. Belfort, al contrario de Henry Hill y Sam Rothstein, no intenta enmascarar la falta de ética de sus ambiciones – él sólo dice, con una gran sonrisa, y de frente a nosotros, fuck it. Una y otra vez. Esquizofrénica e incansable, Wolf of Wall Street es la montaña rusa cinematográfica que cierra esta trilogía con el subrayado maestro del refrán: mientras más alto se llegue, más fuerte es la caída. Y vaya que nos encanta verlos caer, porque nadie puede filmar una tragedia tal con la energía y el tino de este pequeño que se acerca a pasos agigantados a tener cuarenta títulos bajo su inconfundible firma.

 


Carlos Ochoa

Realizador de Cine & TV y sucedáneo de crítico. Mi premio Oscar sigue retenido en aduana.