La Dulce Tortura del Final de Sharp Objects

Publicado por Geraldy Cañete en

Empecé Sharp Objects por las mismas razones que la mayoría: la posibilidad de ver a Patricia Clarkson y Amy Adams enfrentarse en este drama con toques de historia de terror, originalmente concebido por Gilliam Flynn y adaptado a miniserie por Jean-Marc Vallée. Y que placentero es poder reconocer que la producción de HBO excede las (muy altas) expectativas con un material que sin separarse demasiado de la fuente original goza de una riqueza propia derivada del uso justo de este lenguaje que vive uno de sus mejores momentos.

Con una propuesta clara que nunca se extravía, Sharp Objects exhibe con orgullo sus mecanismos. Un montaje no-lineal que encapsula orgánicamente la ambivalencia entre realidad material y memoria, las influencias de la segunda en nuestro modo de percibir la primera, y el rol fundamental de este tránsito en aquellos que deben lidiar con el trauma. Porque muy a pesar de su premisa criminal, el corazón de la historia de Camille está en su batalla por sobreponerse a la violencia que le fue infringida en su propia casa durante toda su infancia.

Sharp Objects - Adora1

Y como los asesinatos que aquejan a Wind Gap son sólo un catalizador para el reencuentro de Camille con su pasado, la serie prioriza conscientemente los cambios emocionales de nuestra protagonista por sobre «los hechos». De cierto modo, nos basta con el pánico subyacente y que transforma a Camille de mujer a niña cada vez que Adora se dirige a ella para adivinar quién está es responsable del verdadero horror que siempre ha existido en el pueblo. El atractivo de Sharp Objects no está en el suspenso de la cacería policial, sino en la inverosímil naturaleza del maltrato que existe – a vista de todos- dentro de las 4 paredes de la casa Crellin.

En su crónica final (spoilers), Camille subraya el rol que juega el género -o la connotación que le damos- en el silencio cómplice de los vecinos de Wind Gap, así como en sus apresuradas sospechas y condenas. Considerando la predominancia masculina en las narraciones sobre psicópatas, respaldada además por las estadísticas, es sencillo suponer que el trabajo de Flynn porta la intención de complejizar el paisaje criminal explorando la arista femenina. Volviendo a las palabras de Camille: ¿qué más femenino que matar por exceso de cuidados?

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Pero Sharp Objects no se contenta con esta aproximación más o menos predecible, y he aquí también el ingenio de la adaptación de Vallée, sino que nos ofrece una alternativa imposible. El triste eslogan del que Wind Gap quiere escapar a cualquier precio es el llegar a ser conocido como el pueblo donde las niñitas son asesinadas. Y al final nos deja con un panorama mucho más oscuro, «Wind Gap, el lugar donde niñitas matan niñitas».

Aunque la riqueza de la serie no se limita a revertir convenciones, sino a construir con efectividad el infierno personal de las víctimas. Vallée, con su cámara íntima y la libertad que le entrega a sus personajes para existir más allá del encuadre logra como pocos ilustrar la perspectiva de Camille, su culpa, su vergüenza y su temor a portar el mal como enfermedad genética. Sólo para terminar revelando, a través de esta brutal e indirecta confrontación madre e hija, que tal como creían los antiguos la violencia se ramifica dentro de las familias por generaciones, el peso del miasma.

 


Geraldy Cañete

Realizadora de Cine & TV Me gusta el cine, los gatitos y la filosofía, Con tendencias adictivas a las series de TV y las papitas.