Rey Arturo – En Cartelera
Guy Ritchie retoma la narrativa del héroe no tan heroico en Rey Arturo. Un intento (no) disimulado por establecer el origen de una nueva franquicia. En ella, el noble monarca (Charlie Hunnam) se une a otros célebres personajes repensados por la narrativa de superhéroes -como el Sherlock Holmes, también de Ritchie- y aparece como un encantador matón forjado en las calles del pueblo que ha nacido para gobernar.
Para reclamar su derecho de nacimiento debe derrotar a Vortigem (Jude Law), un enfrentamiento que tiene tanto de venganza como de justicia. No pudiendo escapar a la naturaleza épica de la historia, la película sucumbe a la dictatura del CGI quedándose a medio camino entre la tragedia y el cine de acción que Ritchie ha convertido en su marca registrada.
El presunto requerimiento de espectacularidad (justificado bajo la creencia que los nuevos públicos carecen de paciencia) es el verdadero enemigo de Rey Arturo. La película se siente como la reunión de tres historias disímiles: el drama épico de dos grandes poderes enfrentados -representados por los dos reyes en disputa- y el pueblo aniquilado como resultado; la tragedia familiar entre un monarca indigno que sacrifica su propia sangre para conseguir las glorias bélicas (un poco como Agamenón); y por último, la comedia de acción acerca del ascenso al poder de Arturo y su banda de fieles desadaptados. Ritchie se siente más cómodo cuando se trata de ésta última, como era de esperarse. Es aquí donde logra los mejores momentos de la película pero el mérito de desvanece cuando las historias se mezclan y no terminan de cuajar.
El resultado es una película fantástica con una visualidad acorde a las estéticas contemporáneas del cine de industria (ese que intentan emular la de los videojuegos) que se interpone al conflicto de fondo: la traición de la sangre y la reclamación de la herencia. La necesidad de mantener la acción a raya para evitar la censura y acceder a públicos más jóvenes le quita intensidad al enfrentamiento y la historia entre Arturo y Vortigem marcada por el miasma, se echa de menos aquí la bravura que vimos en Logan, lamentando la oportunidad de dignificar a un protagonista cuyo heroísmo se parecerse más al de Odiseo que al de Eneas.
