Mega Análisis: Fight Club

Si estás leyendo esto, esta advertencia es para ti, crees que es necesario leer sobre el significado de un película, crees que alguien más que el director es capaz de entender la verdadera complejidad de una película, crees que en un sitio olvidado de internet encontrarás la iluminación, esto, cada palabra que lees, es un minuto más desperdiciado en tu vida, considérate advertido.

La gente siempre me pregunta que pienso de El Club de la Pelea, y yo les digo no es tan buena como el libro, la gente me dice que la película es mucho mejor que el libro, yo les digo que Palahniuk -autor del libro- es un homosexual misógino y racista, y que si no comparten en cierta medida esa cosmovisión antisocial/paria del mundo es imposible que disfruten alguno de sus libros. También les digo que es una película que se trata sobre el rol de individuo en la sociedad, de la forma en la que construimos nuestra individualidad por medio de la sociabilidad, que es tan evidente que la película trata del conflicto de identidad (que incluso el protagonista carece de nombre), también les digo que el libro es mucho mejor que la película porque trata temas más profundos, pero este es un sitio sobre  cine  medios audiovisuales, así que hablemos de la película.

De 1999, la película dirigida por David Fincher y  escrita por Jim Uhls, Fight Club juega con ser un metáfora de la clase media americana, de como ha perdido su identidad y se encuentra inmersa en una falsa realidad donde la apariencia de las cosas es lo que define la esencia de cada persona, es una película sobre como nos definimos a nosotros mismos por el tipo de mesa que compramos, el tipo de celular que usamos -yo soy un usuario orgulloso de Android- y cuanto dinero tenemos en nuestras cuentas bancarias, es una película sobre liberarse de las ataduras socio-culturales impuestas por la clase dominante, es, en fin de cuentas una película con un tono anarquista producida en Hollywood, lo que nos recuerda que el sistema se adapta y se expande para así convertir a la revolución en subsistema absorbido por el sistema, como las camisetas que nos venden con el estampado del Che.

La metáfora de la clase media, sin nombre y sin genitales, castrada y olvidada por el sistema capitalista

Retomando la idea inicial, en El Club de la Pelea -en la sociedad consumista en general –el protagonista busca su identidad en los objetos que lo “definen como persona”, dejando claro el simulacro de realidad en el que habitamos en el cual las necesidades propias son censuradas para dar paso a las necesidades de las masas, las necesidades del capitalismo, las necesidades del consumo, ¿por qué carajo necesitamos saber que es un edrón’, porque la publicidad nos dice que necesitamos una manta hecha a mano por gente al otro lado del globo terráqueo. Creemos que es nuestro rol y estatus social el que nos define como personas, cuando en realidad todos no somos más que una copia de una copia de una copia como dice esa famosa frase que se presenta en el primer arco de la película, esa que nos demuestra que es el estado de semi inconsciencia -insomnia- cuando todo se revela a los ojos del protagonista, es necesario cambiar de vida.Y el primer cambio ocurre en los grupos de ayuda, en las experiencias cercanas a la muerte, experiencias de segunda mano, pues el protagonista no es capaz de lidiar con su propia mortalidad, es en estos grupos donde el protagonista se libera y puede así construir su propio simulacro de individualidad, un simulacro a fin de cuentas, pero uno escogido por él mismo y no impuesto por la sociedad -eficiente, eficaz, y obediente- es en este primer simulacro de individualidad que el protagonista encuentra paz por primera vez en un largo tiempo y logra descansar, relajarse y literalmente, dejarse ir.Este estado de paz pasajero termina con la llegada de Marla, cuyo simulacro hace evidente el del protagonista, quien pierde entonces la capacidad de realizarse como un individuo propio, pues su individualidad ha sido «copiada» por Marla, esto lo lleva a buscar una nueva vía de escape.

Con la construcción y posterior arribo de Tyler, el protagonista descubre que por medio del dolor se puede sentir vivo y en medio del club de la pelea, en medio de las luchas sin sentido que no resuelven nada que tanto Jack, el protagonista que ha sido despojado de su nombre como Bob el grandulón despojado de sus genitales, logran realizarse completamente, recuperar su virilidad y dejar atrás el simulacro impuesto por la sociedad. Es en medio de los gritos, la sangre y -porque no decirlo – la locura que nuestro protagonista carente de historia, de pasado, de nombre e identidad, se puede encontrar a sí mismo, su nombre es Tyler Durden, y tiene un plan, un plan que permitirá liberar al resto de la sociedad del yugo capitalista.

Desafía la autoridad

Desde el punto de vista de Tyler, una sociedad consumista nos convierte en esclavos de los objetos que adquirimos, y así escapamos de cualquier pensamiento sobre el estado de las cosas en el mundo, para Tyler, el consumismo es implantado en nuestras cabezas, desde pequeños nuestros padres no le hicieron frente y terminaron por darse por vencidos, ellos nos han fallado, durante años han destruido el mundo, entregándonos falsas ideologías que nos permiten vivir de una manera feliz: un título, una casa, un trabajo estable, una familia, un gato, nos harán un individuo feliz, tampoco una tele más grande, ni más canales de cable, ni una conexión a internet más rápida, según Tyler, debemos deshacernos de nuestras posesiones, aceptar el dolor que significa estar vivo, aceptar el caos que domina el mundo y dejar de controlarlo todo.  -algo que nos recuerda los 10 estados del budismo- El fin último de Tyler, por medio del proyecto Mayhem, es volver al mundo al caos inicial, empoderar a todos esos hombres y mujeres que se ven atrapados en el sistema, Tyler es el Jesús de la clase media, muere para que todos los adeudados y reprimidos puedan vivir una vida libre de pagos a largo plazo.

Resumiendo, El Club de la Pelea es un película de humor negro sobre la sociedad de consumo, es en medio del dolor y de las experiencias cercanas a la muerte que nos podemos sentir libres, es aceptando nuestra propia mortalidad que podemos construir una identidad propia, alejada de lo que la sociedad espera de nosotros y ajustada a nuestras propias necesidades personales.

Si estás leyendo ésto, entonces no entendiste nada, esperabas realmente que alguna revelación asombrosa estuviera colgada gratis en medio de la internet, no te ha enseñado la sociedad que las mejores cosas son de pago, que la coca-cola es mejor fría y que nada es gratis, es posible que incluso con una advertencia al inicio aún estés aquí, si aún sigues aquí, si aún te encuentras leyendo estas palabras, es hora de apagar el smartphone, salir calle y golpear a un desconocido, es hora de dejarse perder, es el momento de conocer la libertad.