Películas de Mierda: The Wicker Man (2006)

Publicado por Carlos Ochoa en

Nicolas Cage, disfrazado de oso, agarrándose a combos con una mujer. Nicolas Cage, amenazando a punta de pistola a una mujer para que le entregue su bicicleta. Nicolas Cage, abriendo una puerta para encontrarse con una mujer que le sonríe, cómodamente sentada, cubierta en abejas. ¿Cómo se me pudo haber escapado, aunque fuese por un segundo, el hablar de esta joya indeleble del cine de mierda contemporáneo?

NOT THE BEEEEEEEESSSS

NOT THE BEEEEEEEESSSS!

El infame remake de la venerada cinta británica homónima de 1973 cuenta con una extensa base de fans, cortesía de la bizarra ineptitud (o genialidad) de Neil LaBute, otrora respetado director de “””cine arte””” (su cinta ‘Nurse Betty’ ganó Mejor Guión en Cannes el 2000), quien nos trajo momentos ya clásicos de la cultura Youtube como los ya mencionados anteriormente, a los que se suman incontables otros: (“Not the bees! NOT THE BEES! AAAAAAHHHH”, ó “Haddigaburn? HADDIGABURN? HADDIGABUUUURN?”) – momentos que destacan, principalmente, por la ya legendaria psicosis histriónica de Nic Cage, quien se las ha arreglado consistentemente para aparecer en algunas de las peores cintas de la última década.

El remake cuenta básicamente la misma historia que la original, con algunos necesarios retoques hollywoodenses: un policía citadino es convocado a una remota isla para investigar la desaparición de una niña en una comunidad aislada que practica una extraña religión, y conforme avanza su investigación, se va armando un bizarro misterio que concluye (en la original) con uno de los finales más impactantes vistos hasta entonces – y en el remake, con uno de los más ridículamente graciosos.

How it get burn?

How’d it get burned?

Pero The Wicker Man, como ya es costumbre de asumir en esta sección, no es una cinta que se merezca escupitajos de odio. Al contrario, hay que abrazarla, devorársela en toda su inconmensurable pretensión inepta y saber disfrutarla como lo que es: un festín de secuencias de increíble mal gusto y dirección mal enfocada – pero de las que resultan en momentos impagables de humor inintencional de sábado por la noche, nacidos de la propia película o de la intervención de sus propios fans (hágase el favor de buscar en Youtube el tráiler remixado como comedia romántica, o “WHO BURNED NICK’S TOAST”, una versión “alternativa” hecha por youtubers de una de las escenas cruciales de la cinta), los que nos indican que hacer una mala película está lejos de ser una sentencia de muerte para los involucrados en su realización. A veces, al contrario de otras películas realmente malas, puede ser la ventana a la inmortalidad.


Carlos Ochoa

Realizador de Cine & TV y sucedáneo de crítico. Mi premio Oscar sigue retenido en aduana.